-¿Qué? ¿Tengo hongos en la cara?-
Estaba desconcertada. Por fin mi
organismo se reconectó y mi boca comenzó a moverse espasmódicamente, su control
se hallaba fuera de mi campo cerebral. Titubeé
-Ee… perdón ¿? [1]
¡No, no, no, no! No quiero nada de vos. Sólo quiero que te vayas, ¿esta bien?
Dejame en paz, nunca te voy a dar mi alma, ¡no nunca!-
Una sonrisa tajó su nebuloso y
pálido rostro de lo que siguió una ¿carcajada? Y mucho humo. Automáticamente,
di unos pasos hacia a tras, me tambaleé, las manos me transpiraban y el aire a
mi alrededor se apelmazaba. Con los músculos de mi cuerpo tensos, y un tanto
mareada lo escuché esforzándome por parecer más fuerte de lo que me sentía.
-No quiero tu alma. No soy ningún
demonio ni nada parecido. Solo quiero tu ayuda-
Comenzaba a relajarme y
tranquilizarme. El mundo volvía a su nitidez original. Después de inflar pecho
y varios minutos (según yo) exclamé con
un hilo de voz.
-No. Primero, ¿eras vos el de los
ruidos?-
-Supongo, soy el único que ha
podido entrar a la casa-
-¿Qué?- el corazón me dio un
vuelco.[2]
-¡Oh! Encima de tonta, sorda, ya
no existen médiums respetables en el mercado hoy en día-
-Para, para, para, yo no soy
ningún médium y tampoco soy tonta ni sorda, y si vas a querer mi ayuda vas a tener que tratarme con más
cuidado, ¿está bien? Y vas a tener que explicarme qué mierda sos.-
-Bueno pero para que la cosa se de
vos también vas a tener que tratarme mejor. Por empezar no soy ninguna mierda,
demasiado clemente fui presentándome como lo hice.-
-¿Presentándote como lo hiciste?
¿Y cómo se supone que te has presentado?, porque no veo el lado clemente del
asunto.-
-Humanos desagradecidos- A
continuación, en las cuencas donde había un vacío espectral aparecieron unas
bolitas blancas y brillantes en las que, de a poco, se iban haciendo visibles
unas pupilas de un color café tostado.
-Wowwww ¿qué fue lo que te pasó?-
-¿Me preferías sin ojos?-
-No, no, mejor así-
-Si, la verdad es un inconveniente
no tenerlos, no se me da eso de ir a ciegas.-
-¿Entonces para qué te los
sacaste?-
-Para asustarte, amo ver sus caras,
cualquiera diría que están tratando de defecar. La lucha interna en la que se
baten se refleja en sus caras de “¡Sabía que existías!” y “¡Oh Dios mío, que
estoy viendo!”- su rostro se contorsionó en dos muecas exageradas imitando,
según él, a los burlados.
-Si, si, que chistoso, ahora me
podrías explicar quién sos.-
-Esteban, mucho gusto.[3]-
-Ah, y sos…-
-Esteban, pero muerto.-
El silencio se impuso en la
habitación como si una juez malhumorada
y resentida golpeara con su presuntuoso martillo de bolsillo en mi escritorio[4].
Pasaron unos segundos hasta que volvió a hablar, supongo que a razón de mi
estupefacción.
-O bien, podrías clasificarme como
conciencia, espíritu ó fantasma, podes llamarme como te plazca, pero por favor
no me llames espectro, esos son otra cosa totalmente diferente.[5]
La verdad, no me caen muy bien y me dan un poco de miedo. La primera vez que
fui a parar al limbo o donde sea que haya ido a parar los vi, y buen susto que
me pegaron los desgraciados. Con sus ropajes elegantes se creen los muy, muy;
sólo por llevar una parca oxidada y poder dar mensajes “celestiales” a los
vivos. Estúpidos. ¿Sabés qué? Yo pude conectarme con vos y no soy ningún
espectro, ni tengo un palito deformado, ni ropajes finos. No puedo esperar a
refregárselos en la carota esa que tienen. A! ni me llames polstergueist, que
me caen muy bien, pero no lo soy – sonreía como si recordara algo- son buenos
pibes la verdad, son una pasada.- Y al
decir esto se recostó nuevamente en la cama.
- ¿En serio? Pensé que un espectro
y un fantasma eran lo mismo.-
-¡Compare pero no ofenda! Los
vivos generalmente tienen ideas erróneas con todo lo relacionado al más allá.
Después de todo, pretenden saber de la muerte sin haber pasado por ella.-
-Mmm… tiene su buena dosis de
paradoja.-
-Si, y ya que vas a ayudarme
tendré que ser más específico.-
-Esperá, ¿ayudar con qué?-
-A que vuelva a la vida, ¿para qué
si no?-
-¿Y si no quisiera hacerlo?-
Su semblante se ensombreció al
oírme proferir dichas palabras. La congoja y el desconsuelo se arremolinaron en
su mirada. ¿Qué podía yo hacer? Parecía en serio abrumado. Suspiré, aquello me
costaría caro.
-¿Cómo puedo ayudarte?- dije en un
tono de resignación. Enseguida pasó de la agonía a la felicidad, como si se
tratara de cruzar de una habitación a otra y una gran sonrisa enmarcó su rostro.
-Mirá ésta es la situación, hace
un año tuve un accidente. Había salido de bailar con un grupo de amigos, uno de
ellos tenía auto y se ofreció a llevarnos. Ninguno estaba totalmente conciente
de lo que hacía, así que cuando un grupo de pibes nos retó a una picada
aceptamos. El resultado fue, bueno, esto.- Sus manos se abrieron en un gesto
que abarcaba todo su cuerpo.- Hubieron cinco muertos y dos de ellos acabaron en
coma. Yo tengo la suerte de haberme encontrado ente esos dos.-
-O sea que… no estás muerto
totalmente.-
-Exacto.-
-Y ¿qué tendría que hacer yo para traerte
a la vida?-
-No te pido que me traigas a la
vida, sólo quiero que impidas que me desconecten, el resto lo hago yo. Los
médicos creen que ya no tengo posibilidades de salvarme, yo digo lo opuesto.
Solo necesito unos días más, sólo unos días y puedo volver. Por favor.-
-Pero cómo se supone que lo haga,
¿qué le diría a los médicos?-
-A los médicos no, a mi padre.-
-Pero no lo conozco, nunca me
escucharía.-
-No importa, ya idearemos algo,
pero necesito que me digas que lo vas a hacer, por favor.-
Me detuve un momento. Debía
considerar la idea. No sería sencillo convencerlos de que he visto su fantasma
y tiene pensado regresar, después de un año. ¿Y si todo fuera una trampa? ¿Por
qué recién ahora volver cuando ha tenido todo un año para hacerlo? Habían cosas
que no encajaban, sin embargo, decidí tomar el riesgo.
-Está bien, yo te ayudo.- dije no
muy segura.
[1] Ahora que vuelvo la mirada a tras, y repaso mis palabras me doy cuenta del sentido
y coherencia del que carecen, pero estoy segura que ante tal situación habrías
hecho lo mismo. Seamos realistas, nadie se encuentra con un aparente humano con
cuencas vacías y mantiene una conversación fluida. Y como dije, si fuera una
novela o el guión de una película, hasta le habría ofrecido una taza de te.
[2] Una semana después, me
detectaron un soplo en el corazón. Paliducho de mierda, por su culpa , encima
de miedo, un soplo.
[3] Esteban es su nombre de
verdad pero prefiero llamarlo Augusto,
ya que le da un toque más épico. Después de todo quién imagina a un ser
del más allá con el nombre Esteban. Que soso.
[4] Increíble que se le
otorgue tanto poder a un martillo de bolsillo.
[5] Augusto luego me explicó
que, nosotros los vivos tenemos los conceptos confundidos. Utilizamos la
palabra “espectro” como una acepción de “fantasma” pero no lo es. Según el
tienen sus buenas diferencias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario